EL ANÁLISIS DE MENSAJES
Daniel Prieto Castillo
Inicia este capítulo con un
recorrido sobre las cuatro actitudes desde las cuales se pueden analizar os
mensajes: el análisis de contenido, la lingüística, la lectura y la semiótica.
“Si como pacientes nos
aterraría tener que entrar en tratos con un radiólogo que nos supiera leer sus
radiografías, como docentes de la comunicación debería aterrarnos la idea de
formar a estudiantes incapaces de leer los mensajes de difusión colectiva…
Enfoque semiótico
Fue definido originalmente
como “el estudio de los signos en la vida social”. Así, el análisis de los
simples signos se desplaza hacia el análisis de los discursos.
El análisis discursivo es
muy complicado, requiere de una enorme cantidad de información, de un esfuerzo
de reconstrucción de largos periodos históricos. Pero es la única manera de
situar un mensaje en su verdadero contexto, de comprender las estrategias y las
argucias de quienes en determinado periodo tuvieron el poder, de analizar el
modo en que se apropiaron de los mensajes de los sectores subalternos o la
manera en que propusieron algunos alternativos a esos discursos dominantes.
La mera denuncia ideológica
no deja ver que hay discursos que atraviesan otros, tendencias expresivas,
incluso temáticas que han tenido una trayectoria larguísima en la historia de
Occidente.
Reconoce dos tendencias
discursivas que tienen mucho que ver con los problemas comunicacionales. Nos
referimos a la retorica y a la poética. La primera es por demás conocido y ha
adquirido incluso un carácter preparativo, aunque socialmente se la utilice se
la utilice de una manera constante. Con la segunda hacemos referencia a la
tendencia a lo imaginario que aparece en todo individuo de grupo social; en esa
oportunidad nos concentramos exclusivamente en el análisis de lo narrativo y particularmente
en el relato.
Vayamos a la retorica.
Algunas viejas definiciones:”Arte de persuadir en público”, “arte de la palabra
fingida”, “arte de la palabra calculada” en función de un efecto”, “arte del
buen decir”…
Digamos
mejor que la retorica, en tanto practica y “disciplina”, surge en primer lugar
como una relación entre iguales.
Los discursos se dirigen
también al pueblo, extendido éste como las capas de soldados, artesanos,
campesinos. Además se amplía a lo visual. Una retórica de imágenes dedicada a
ilustrar el contenido de los escritos, un momento de reencuentro entre retorica
y poética.
Agreguemos a todo esto la
forma en que nuestro arte se manifiesta en diferentes campos: retorica
pedagógica, retorica política, retorica religiosa, retorica publicitaria,
retorica publicitaria…
¿Cuáles son los motivos?
¿Qué explica tanta permanencia de recursos de persuasión, de ornato del
discurso? La retorica “disciplinar” funda su eficacia en la presencia, en el
seno de la vida cotidiana, de una retorica espontanea. En las relaciones
sociales más inmediatas, recursos persuasivos y formas de ornato que han
existido siempre, a través de ellos se ejerce poder y se genera fascinación.
Hay un momento privilegiado
que permite visualizar la manera en que se planteó el discurso retorico: La
antigua Grecia sobre todo los siglos V, IV y III a.C. En el siglo IV Platón se
lanzó con una violenta increíble contra el discurso retórico, debido a que él
aspiraba a llenar el vacío social que venía dejando la poesía en la conducción
de la ciudad.
Eso fue siempre así y lo
sigue siendo en la actualidad. El discurso crítico apenas si puede rozar las
enormes influencias sociales del retorico. En vez de descalificar sin más a
este último, en vez de sentarlo ante un precario banquillo de acusados.
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