miércoles, 8 de mayo de 2013

El análisis de Mensajes. Daniel Prieto Castillo.


EL ANÁLISIS DE MENSAJES
Daniel Prieto Castillo
Inicia este capítulo con un recorrido sobre las cuatro actitudes desde las cuales se pueden analizar os mensajes: el análisis de contenido, la lingüística, la lectura y la semiótica.
“Si como pacientes nos aterraría tener que entrar en tratos con un radiólogo que nos supiera leer sus radiografías, como docentes de la comunicación debería aterrarnos la idea de formar a estudiantes incapaces de leer los mensajes de difusión colectiva…

Enfoque semiótico
Fue definido originalmente como “el estudio de los signos en la vida social”. Así, el análisis de los simples signos se desplaza hacia el análisis de los discursos.
El análisis discursivo es muy complicado, requiere de una enorme cantidad de información, de un esfuerzo de reconstrucción de largos periodos históricos. Pero es la única manera de situar un mensaje en su verdadero contexto, de comprender las estrategias y las argucias de quienes en determinado periodo tuvieron el poder, de analizar el modo en que se apropiaron de los mensajes de los sectores subalternos o la manera en que propusieron algunos alternativos a esos discursos dominantes.

La mera denuncia ideológica no deja ver que hay discursos que atraviesan otros, tendencias expresivas, incluso temáticas que han tenido una trayectoria larguísima en la historia de Occidente.

Reconoce dos tendencias discursivas que tienen mucho que ver con los problemas comunicacionales. Nos referimos a la retorica y a la poética. La primera es por demás conocido y ha adquirido incluso un carácter preparativo, aunque socialmente se la utilice se la utilice de una manera constante. Con la segunda hacemos referencia a la tendencia a lo imaginario que aparece en todo individuo de grupo social; en esa oportunidad nos concentramos exclusivamente en el análisis de lo narrativo y particularmente en el relato.
Vayamos a la retorica. Algunas viejas definiciones:”Arte de persuadir en público”, “arte de la palabra fingida”, “arte de la palabra calculada” en función de un efecto”, “arte del buen decir”…                                                                               Digamos mejor que la retorica, en tanto practica y “disciplina”, surge en primer lugar como una relación entre iguales.

Los discursos se dirigen también al pueblo, extendido éste como las capas de soldados, artesanos, campesinos. Además se amplía a lo visual. Una retórica de imágenes dedicada a ilustrar el contenido de los escritos, un momento de reencuentro entre retorica y poética.
Agreguemos a todo esto la forma en que nuestro arte se manifiesta en diferentes campos: retorica pedagógica, retorica política, retorica religiosa, retorica publicitaria, retorica publicitaria…

¿Cuáles son los motivos? ¿Qué explica tanta permanencia de recursos de persuasión, de ornato del discurso? La retorica “disciplinar” funda su eficacia en la presencia, en el seno de la vida cotidiana, de una retorica espontanea. En las relaciones sociales más inmediatas, recursos persuasivos y formas de ornato que han existido siempre, a través de ellos se ejerce poder y se genera fascinación.

Hay un momento privilegiado que permite visualizar la manera en que se planteó el discurso retorico: La antigua Grecia sobre todo los siglos V, IV y III a.C. En el siglo IV Platón se lanzó con una violenta increíble contra el discurso retórico, debido a que él aspiraba a llenar el vacío social que venía dejando la poesía en la conducción de la ciudad.
Eso fue siempre así y lo sigue siendo en la actualidad. El discurso crítico apenas si puede rozar las enormes influencias sociales del retorico. En vez de descalificar sin más a este último, en vez de sentarlo ante un precario banquillo de acusados.  

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